martes, 19 de marzo de 2013

Carta de suicidio.

Lluvia, lluvia que cae hoy fuera de estas cuatro paredes, estas malditas cuatro paredes que oprimen mi pecho, que me hacen sentir tan pequeña...
Deslizo mi mirada al cristal y observo como las gotas resbalan lentamente por él, y desaparecen, se pierden en la inmensidad, como mis ganas de vivir. Ellas hace tiempo que se disiparon como el humo de mi quinto cigarro, se fueron lejos de esta agonía a la que alguien bautizó como vida.
Siento como, poco a poco, la energía se escapa de mis dedos, como las lágrimas empapan el papel en el que escribo mi despedida esperando algo que está por llegar. Cada letra trazada simboliza un paso más hacia el fin, dejando atrás todo aquello que me arrebató la ilusión, el entusiasmo al levantar cada mañana y sentir esas ganas de luchar, de reir, de amar, de gritar, de vivir...
Hay dias, que, mientras somnolienta me tumbo en la cama a reflexionar, cruza mi mente un nítido halo de esperanza que en un abrir y cerrar de ojos vuelve a estar lejos de mi alcance, y vuelve a terminar con todos mis pensamientos positivos.
Antes de marcharme, quería dar un último consejo al mundo: Cuando sientas que no puedes dar un paso más, que no puedes salir del pozo, que tus fuerzas se agotan con cada caída, no te des por vencido, jamás. Yo, allá dónde quiera que vaya, prometo no abandonar mi vida a la suerte, lucharé hasta sentir que mi alma se desprende de mi cuerpo. Y sin más preámbulos, me despido pues comienzo a sentir cansados mis párpados, la cabeza me da vueltas y mi mirada está perdida:
Hasta otra, y estas son mis últimas palabras.

[Aclarar que esta no es una carta de suicidio real, obviamente, pero se me pasó la idea de plasmar un pensamiento como este en el blog, y bueno, aquí lo tenéis. Seguiré escribiendo cada chorrada que cruce mi mente, cada historia, porque me ayuda a desahogarme.)

Posibilidades.

Otro día, de tantos transcurridos estos últimos meses...
Las gotas de lluvia resbalan hoy por la ventana, un día normal, con los mismos olores de siempre, con las mismas risas inundando cada lugar que compartimos, con los mismos recuerdos ocupando cada rincón, sintiendo esa sensación que ya se ha convertido en costumbre. Y sigo aquí, rodeada de las mismas personas y volviendo a sentirme como un cuerpo inerte...
La luz de mis ojos nace yerta, no dan indicios de vida, mi voz surge de la nada como un tímido y quebradizo sonido mientras intento releer un poema demasiado conocido, sin ánimo de pasión.
Un día más transcurre, pero hace tiempo que no me sorprende lo terriblemente similar que es al anterior, semanas atrás me percaté de que se tratan de fotocopias pegadas en esta estación llamada vida...
¿Tiempo? El tiempo es eso que se escapa mientras yo espero cosas que no volverán. Extraño esa electricidad que recorría cada parte de mi cuerpo, que me incitaba a saltar, a reir, a disfrutar, a vivir...
Nadie se puede se imaginar cuanto echo de menos esa sensación de añoranza que yo recibía con alegría.
Extraño mi luz, extraño mi vida, porque...¿se le puede llamar a esto vivir? ¿Es vida aquello que es similar a un mal sueño prolongado durante un tiempo infinito? Esto a lo que vosotros llamáis vida pasa ante mis ojos como una película compuesta por un guión escrito en un mal día...
Un mal día...eso es, un mal día es lo que ahora persiste en mi vida.
Y quizá, mañana cuando despierte, regrese a mi esa electricidad llameante en mis dedos, quizá, solo quizá.