miércoles, 30 de marzo de 2016

Sigo gritando.

He escrito con Daniel de fondo y el gemido del bolígrafo contra el papel ha hecho llorar hasta a la Luna.
Me he descompuesto en 14 versos que luego han formado un soneto, tomando de ejemplo una dulce queja que no para de gritar “tengo miedo de perder, tengo miedo de perderte.”
Me he roto en más de 3000 trozos y por más que intento rimar el puzle, me sigue faltando una pieza.
Sigo atada a tu cuerpo  con finos hilos que forman las telarañas instaladas en cada caja de recuerdos.
Y sigo gritando, tengo miedo.
Tengo miedo de todos los textos que escribo en superlativo después de saber que mis dudas están frenando el ritmo de tu pecho.
Tengo miedo de que dejes de convertirme en tu guitarra y de que no suenen más acordes entre los huecos de mi pelo.
Sigo gritando, tengo miedo.
Tiemblo, tiemblo entre cuatro paredes que no paran de acercarse y alejarte. Y yo, de manera frenética, intento romper toda cadena  que no me deja rozarte.
Me duelen las muñecas de estar atada debajo de la cama, donde se esconden todos y cada uno de mis monstruos.
Las peores pesadillas ahora las tengo estando despierta, cuando te veo dar media vuelta, y dar un paso, y otro, y otro… ¡Y ya no puedo alcanzarte!
Sigo gritando, tengo miedo.
N puedo dejar de pensar en el día en el que llegaste, calcinando cada iceberg que me tenía prisionera, apellidándote deshielo y cosiéndome las alas para volver poder a volar.
Recuerdo como me besaste las cicatrices una a una y me dijiste que era la plantilla más bonita que habías visto en tu vida. Hiciste de mis lunares puntos y seguidos y hoy siento que el calendario marca un punto y final.
Y sigo gritando, tengo miedo.
Miedo de que te des cuenta de que mi amor duele tanto como sacia, de que sólo sé amar lo que antes estuvo roto, miedo de que de verdad me hagas caso y decidas marcharte, de que me dejes leyendo a Sabines, entre la muerte y la vida (que es lo que queda después de ti)
Y sigo gritando, tengo miedo.
Miedo de que despejes la X de mi nombre y ya no quieras conocer el as que llevo bajo la ropa.
Miedo de que el día que nos besamos por primera vez deje de ser tu numero de la suerte,
Tengo miedo.
Miedo de que abras el candado que anclamos a aquel puente.
Miedo de que aquella estrofa cobre sentido y me digas “adiós” yendo a mi lado.

Tengo miedo. Miedo de reconocer en voz alta que realmente lo sé, que ya te has ido, que no escucho tus latidos. 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Tengo los dedos en huelga de sed, dicen que no quieren beber más tinta.
Necesito una revolución poética que cambie toda esta mierda.

jueves, 10 de marzo de 2016

Está pasando el tiempo y de pronto las letras han dejado de cobrar sentido.
Siempre han sido como un río de tinta que a salir de mis dedos impregnaban el folio de significado.
Pero hoy, hoy no sé que pasa.
Hoy escribo con tinta de limón.
Hoy no entiendo nada.
Hoy no sé por dónde empezar.
Y no logro acabar nada de lo que empiezo.
Dejo todos y cada uno de los textos a medias, porque la inspiración se marcha más rápido de lo que viene, y decide no volver, no dejarse ver.
Me hallo arrinconada en cualquier habitación, con 4 paredes que cada vez parecen juntarse más,
Me asfixio. Y normalmente mi escapatoria sería decir "escribo."
Pero hoy soy incapaz de desenvainar la pluma. No puedo deslizar mis manos por el papel y dejar fluir la magia que siempre me han dicho que late debajo de mi piel.
Soy incapaz.
Soy incapaz.
Soy...
Incapaz.
Y esta vez no puedo tachar el prefijo de una frase con tanto sentido.
Hoy no puedo.
Tengo un bloqueo mental.
Mis sentimientos no me dejan despegar.
Me siento atada con nudo de marinero a un puerto, sin poder acercarme a ningún barco.
Hoy no consigo zarpar.
Hoy no surcaré el mar.
Hoy no hay nada...
Algún día volverá.
Lo sé.
Algún día volveré a ser capaz.