jueves, 28 de febrero de 2013

Enfoques.

Hay veces que no sé el verdadero significado de mis propios pensamientos, puede que crea entender algo pero al cabo del tiempo se muestran como acontecimientos opuestos.
Siempre creí que la vida es similar a una película, con sus desamores y con sus amores, con sus dias y con sus noches en velas, con risas y lloros...una película en la cuál hay personajes principales y secundarios depende del enfoque que le des...
Hoy camino sola, por las calles de una solitaria ciudad en un triste día gris mientras voy anotando mis pensamientos, al compás de una dulce voz acompañada por una guitarra rasgada. El sonido inunda mis sentidos, el estribillo resuena en mi mente, y una palabra se graba a fuego en mi alma, "beyond"...
Y yo me pregunto ¿más allá de qué?, ¿más allá del silencio? ¿de las dudas? ¿más allá del placer...o de la tortura? ¿más allá de todos estos sentimientos? ¿o de los impulsos y deseos?
La melodía cesa pero sigue soñando un eco dentro de mí...como versos repetidos atormentan mis noches, haciéndome preguntas de las cuales no sé las respuesta. Maldiciendo todos los dias perdidos por emociones que salen de nadie sabe dónde. Sin conocerme, sin encontrarme, sin saber las respuestas a todas las incertidumbres que viven en mi, y con esta horrorosa quisicosa alborotando mi vientre.
Y dime tú...¿vale la pena torturarte cuándo no sabes ni el resurgir de tus problemas?
¿Cuándo las lágrimas salen de impotencia y no de tristeza? ¿Cuándo cada día te despiertas planteándose algo distinto que nunca llegas a cumplir?
¿Es esto cobardía o simplemente monotonía?

miércoles, 13 de febrero de 2013

Relatos de una tarde de verano.

"A veces en la vida ocurren momentos perfectos. Instantes mágicos que no se pueden medir con los relojes normales y casi siempre pasan tan rápido que no nos damos cuenta hasta que se han ido. Duran pocos segundos, es como un parpadeo o clic de una fotografía, luego se escapan volando pero se quedan guardados en nuestra memoria por siempre."
Este era uno de esos momentos:
Era verano, vuelta de vacaciones. Yo no podía dejar de pensar en él, y en las inmensas ganas de tenerle entre mis brazos. Cada paso que daba mi corazón se agitaba desenfrenadamente, y cada vez que le veía mi pulso cardíaco aumentaba de manera casi inhumana.
Allí estaba, esperándome en la puerta de su portal, con esa encantadora sonrisa que en muchas ocasiones me había sacado de quicio pero que tantas otras había echado de menos...
Nunca quise reconocer que estaba locamente enamorada, pero es cierto, hasta la fecha ha sido la única persona capaz de abrazarme el alma, de acariciarme el corazón con manos de seda. Recuerdo a la perfección todos aquellos nervios tontos que vagaban por cada parte de mi piel, y que se dispararon brutalmente cuando crucé el umbral de su apartamento con los ojos cerrados, tal y como anteriormente me había dicho él. Cuando escuché esa canción, nuestra canción, en el estómago comenzaron a revolotear extrañas mariposas, y momentáneamente percibí el olor a velas perfumadas que inundaba la habitación. Cuando avancé, torpemente y sujetada a su mano, hacia el salón por fin me dio la señal de abrir los ojos.
Y ahí estaba, un precioso camino de pétalos de rosas y velas que yo había cruzado, cuyo fin era un hermoso corazón hecho de lo mismo. Dos rosas de una hermosura celestial se situaban en el centro decorando una carta. Comencé a leer y cada palabra escrita en un precioso tono plateado me atravesaba la piel, sentí sus manos frías por mi cuello, acariciándome con dedos de plumas, ligeros y con una calidez impropia de él, de pronto sentí el frío al contacto con algo de metal, ahora colgando delicadamente de mi cuello: un precioso búho argentado con una preciosa piedra del color del amanecer.
La última parte de la carta me heló el alma: "Mientras siga sonando esta canción, mientras tú habites en mi corazón y en mi mente, mientras seas dueña de mi calma y mi locura, dueña de mis sueños y mi musa, te amaré, viviré por y para ti. Y no importa las tempestades que vengan, no importa si la lluvia cae torrencialmente, pues estamos juntos, eternamente juntos..." Una lágrima surcó mi mejilla seguida de otra aún mas profunda, y me giré, y le vi, mirándome con esos infinitos ojos celestes, y deslizó su mirada hacia mis labios, se acercó con dulzura y con una suavidad propia del algodón nos fundimos lentamente en un hermoso beso, un beso con sabor a "te he echado de menos."

lunes, 11 de febrero de 2013

Remember when...

Para que engañarnos, siempre fui una niña idiota, aquella a la que le encantaba vestir a muñecas con vestidos de galas y que se perdía entre infinidad de historias cargadas de fantasía un domingo por la tarde. Siempre me gustó tomarme el chocolate caliente mientras la lluvia caía torrencialmente sobre mi ciudad y por supuesto siempre me encantó cantar y bailar como si no hubiese mañana.
Y si tenía que llorar, ¿por qué no hacerlo?, si tenía que gritar, ¿por qué no subirme a la colina más alta?, y si me apetecía reír, ¿por qué no descojonarme hasta quedar sin aire?
Siempre he sido de las que le gustaba llorar con una buena canción o una película, de las que la emoción le controlaba y no era dueña de su cuerpo...pero huvo un día que de tanto llorar, se me secaron las lágrimas, que fingir sonrisas se convirtió en rutina y que no dormir en otro hobbie más. Fría, inerte, no era yo frente al espejo. Hundida, destrozada, cabizbaja a todas horas, ¿y quién lo notaba? Nadie. ¿Quién me consolaba? Nadie. ¿Quién estaba ahí cuando la presión volvía a mi estómago? Yo y mi sombra. Yo y mi alma. Yo y mi soledad.
Y mientras los días del calendario corren te preguntas que está siendo de aquella niña vivaz que un día fuiste, dónde quedó aquel adjetivo calificativo con el que solías describirte, si, risueña, eso era, ¿se perdió?
Si, quizá fue eso pero derepente suena un click, algo parecido a un chasquido y...despiertas. Vuelves a sentir los rayos del sol con más intensidad que nunca, sientes esas cosquillas de vida recorrer tu cuerpo, y vuelven las ganas de saltar de gritar e incluso de correr, huir bien lejos dónde nadie pudiera preguntarte el por qué de tu felicidad, porque nadie más lo sabía, solo tú.
Y es que no hay mayor felicidad que la de salir a flote cuando has vivido en el fondo durante meses.