jueves, 25 de febrero de 2016

Los trenes siempre me han recordado a la vida.
Existe la metáfora de tren como oportunidad.
Pero yo siempre he creído que las oportunidades son las paradas, que cada una de estas paradas es un lugar más por visitar y conocer, un lugar más donde aprender.
Cuando hablo de paradas me refiero a personas, me refiero a problemas, a amores, a amistades, a todo tipo de vivencias.
Siempre podemos decidir qué llevarnos con nosotros de cada uno de esos sitios y, además, qué o quiénes queremos que nos acompañen en la exploración.
Por eso a mí los trenes siempre me han recordado a la vida.
Han sido la metáfora perfecta para poder explicar que llegamos a nuestro destino consiguiendo pequeños objetivos y aquellos que tienen el camino fácil, sin el traqueteo constante, sin las múltiples paradas, sin la ida y vuelta de gente, esos, esos no disfrutan del viaje.
Así que, sabrás qué y cuánto has vivido, cuando, en un futuro, recuentes lo aprendido.

domingo, 21 de febrero de 2016

Me siento secuestrada por mi propia soledad, y nadie paga el rescate.
Supongo que es el castigo al que me tengo que enfrentar después de hacer sin creer, de creer sin hacer.
No he movido ninguna pieza en este juego, he permanecido inmóvil, rígida, desde que tu huida me destrozó el pecho.
Ese año quise que el verano se multiplicara porque sabía que cuando se fuera la estación del sol se detendría nuestro oleaje y nunca más volveríamos a estar en alerta roja.
Convertiste mi cuerpo en la escena del crimen y tú, que eras el arma homicida, te marchaste por donde llegaste, dejándome con las preguntas en los labios y la miel en el corazón.
Lucha, me dije a mí misma, no dejes que se escape.
Pero entonces entendí que la única forma de tener a nuestro lado a un pájaro es cortándole las alas y yo siempre estuve enamorada de tu vuelo.
Así que te dije "vuela" sin mirarte a los ojos, porque sabía que si te miraba una vez más te llevarías mi alma con cada aleteo.
Ese año entendí que hay amores con fecha de caducidad y eso no significa que no tengamos que vivirlos.
Aprendí que querer no es sino otra de las tantas lecciones que nos da la vida.
Por eso, aunque sea en pasado, y entonces no lo supiera, hoy lo sé: te quise.

sábado, 6 de febrero de 2016

Será que te quise y ese es el problema, que ahora que no te quiero se me coge en el pecho lo que pudo haber sido y no fue.
Será que me prendiste el alma en llamas y ahora cuando te acercas la boca me sabe a cenizas.
Será que el recuerdo me sienta peor que el olvido y por eso evito los cristales, los espejos, cualquier reflejo de un pasado que arde entre las manos.
Será que ahora que no te quiero tengo el doble de amor entre los pies, y si no bailan con los tuyos, no sé dónde guardarlo, todo está al revés.
Será que Suárez me susurra que él también te recuerda.
Será que ahora que no te veo, imagino tu pelo en el chico que gira la esquina, tus ojos en quien me mira, tus labios en quien toma una cerveza en la mesa de la derecha, tu voz en quien recita en aquella avenida, la que nos vio nacer y morir en un beso, entre miles de versos.
Será que antes te quise, y ahora que no te quiero no sé qué hacer con el que late debajo de la piel.
Será que ahora que mi canción no lleva tu nombre no sé cómo pedirle que se calle, que deje de llamarte, de gritarte.
Será que no me hago a la idea de que la despedida nunca será de nuevo un abrazo-beso-abrazo-beso.
Será que ahora que mi brújula no marca tu sur, no sé encontrar el norte y estoy más perdida que cuando te quería.
Será que extraño la herida porque dolía y me hacía sentir viva.