sábado, 6 de febrero de 2016

Será que te quise y ese es el problema, que ahora que no te quiero se me coge en el pecho lo que pudo haber sido y no fue.
Será que me prendiste el alma en llamas y ahora cuando te acercas la boca me sabe a cenizas.
Será que el recuerdo me sienta peor que el olvido y por eso evito los cristales, los espejos, cualquier reflejo de un pasado que arde entre las manos.
Será que ahora que no te quiero tengo el doble de amor entre los pies, y si no bailan con los tuyos, no sé dónde guardarlo, todo está al revés.
Será que Suárez me susurra que él también te recuerda.
Será que ahora que no te veo, imagino tu pelo en el chico que gira la esquina, tus ojos en quien me mira, tus labios en quien toma una cerveza en la mesa de la derecha, tu voz en quien recita en aquella avenida, la que nos vio nacer y morir en un beso, entre miles de versos.
Será que antes te quise, y ahora que no te quiero no sé qué hacer con el que late debajo de la piel.
Será que ahora que mi canción no lleva tu nombre no sé cómo pedirle que se calle, que deje de llamarte, de gritarte.
Será que no me hago a la idea de que la despedida nunca será de nuevo un abrazo-beso-abrazo-beso.
Será que ahora que mi brújula no marca tu sur, no sé encontrar el norte y estoy más perdida que cuando te quería.
Será que extraño la herida porque dolía y me hacía sentir viva.

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