sábado, 11 de enero de 2014

Dame respuestas para seguir buscando los porqués.

Pasan los días y sigo sin darme cuenta qué es esto que siento en el pecho. No es amor, no es odio, no es alegría ni tristeza, no es dolor ni felicidad, es todo y es nada: es vacío.
Es una sensación parecida a la de terminar un libro y saber que nunca lo podrás volver a leer sin saber que va después. 
Es una sensación semejante a... no es una sensación, no se siente, se vive.
Es un bucle infinito en el que he caído y no encuentro la forma de subir. 
Es el tunel de Alicia, plagado de objetos extraños.
Es una tienda de nostalgia, llena de recuerdos de otras vidas. Vidas que no son tuyas, vidas no vividas.
Es una constante carencia de emociones, de sorpresas.
Son las mil ganas de salir a comerme el mundo y sentir que es él quien me devora. 
¿Qué pasó? ¿En qué momento me he convertido en otro cuerpo sin alma? ¿En qué momento he amurallado el corazón de tal forma que para llegarme a él la forma más efectiva es mediante una daga de plata? 
¿En qué momento me convertí en quién soy? ¿En qué momento dejé de sentir que no echaba de menos a nadie, a nada? Afán de soledad e independencia. Querencia de pasar la vida entre libros y pergaminos.
Camarero, otro café aquí, que necesito ahogarme en recuerdos. 
Empápame de las veces que dije te quiero.
Sumérjeme en el calambrazo que sentía en el cuerpo.
Inyéctame en venas las mariposas que se escaparon por la boca, con tantas palabras que dije y debí escribir. 
Gólpeame bien fuerte para que reaccione, hazme caer y esnifar una buena dosis de dolor, que quiero aprender. 
Quiero historias, quiero anécdotas, quiero vida que no conseguiré permaneciendo detrás de una pantalla.
Me niego a buscar, me niego a forzar las cosas. Me cansé de intentar.
¿Cómo sé cual es el punto en el que debo seguir y en cual lo debo dejar ir? 
¿Cómo sé si es verdad que el que calla otorga y que la música habla por mí?
Dame respuestas para seguir buscando los porqués. 

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