domingo, 10 de mayo de 2015

Me da miedo volver a dormir.

Hoy he tenido un sueño, que más que sueño parecía una advertencia. 
Me he imaginado tirada en la cuneta de la prisa, agarrándome a unos pasos de gigantes con la impresión de caerme en cualquier momento.
Me he imaginado en las puertas de un largo laberinto y cruzarlo con tanta facilidad que me quedé con ganas de más. En la meta me esperaba una rosa sin espinas.
También he soñado que volaba, pero que lo hacía sin alas, como Peter Pan tras el polvo imaginario con Campanilla. 

He escuchado el sonido de un laúd desafinado, me he encontrado con un mendigo con un cordón de oro colgado al cuello, he visto a un tío con chaqueta buscar en la basura, un adolescente que tiraba un condón a una papelera a los ojos de todo el mundo, he visto a amantes que ya no se esconden, a una abuela que no ha besado a su nieto al decirle adiós, que visto como un niño de unos 6 años se compraba solo el bocadillo en una tienda, como un padre le decía a su hija que no tenía ganas de escucharla cantar. 

También he soñado que el vuelo de una mariposa no tenía ningún efecto sobre mí, que su aleteo no me daba ninguna gana de sonreír. Me he imaginado paseando de la mano de una sombra por El Retiro de Madrid después de un incendio. 
He visto como se reconstruía una casa en ruinas, como salía el sol mientras llovía y nadie se dejaba acariciar por la leve brisa. Me he cruzado con un gato y no era negro, he pasado bajo una escalera que no llevaba al cielo, he arrancado un trébol de cuatro hojas que solo me trajo mala suerte, le vi salir huyendo y no me enamoré otra vez de su espalda, he visto como se le rompía a un hombre su violín en mitad de la banda sonora de la tragicomedia de la mujer que vende fresas en aquella tienda cuando lo que desea es un beso del que se ha quedado parado y ahora espera en el sofá de su casa mientras hace un crucigrama en el que debe buscar el nombre de su hermana que está medio consumida como su cigarro en la terraza de su casa. 

Y es que, este mundo se va a la mierda. Se muere de sueño y nadie sabe como despertarlo.

Yo sí que me desperté y me di cuenta de que estamos dejado al amor de lado, y que ese, tal vez sea el problema de este triste planeta. 

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