viernes, 23 de octubre de 2015

Por primera vez.

Aquel día estuvo pasado por ti.
Estuvo repleto de todos tus detalles, los que me hacen sonreír.
Estuvo iluminado por esa sonrisa que aparece cuando hablo de amor y nos incluyo. Cuando hablo de dos, unificados en uno.
Nunca pensé que el alma pudiese cantar de esta manera. Que pudiese gritar tan alto, sin palabras, un sentimiento tan completo como la Luna Llena.

A veces pienso en esto, en cómo estamos creando una historia sobre un lienzo con pinturas que no son otras cosas que besos. Hablo de los pinceles en los que se convierten nuestros dedos cuando los primeros rayos de sol aparecen y nos pillan acariciándonos los cuerpos.

Las mariposas nos desgarraron el vientre para hacer de la habitación el pequeño paraíso perfecto.
Todo se llenó de colores, de sueños. Pero esta vez no estaba soñando, esta vez todo era real: las caricias, los abrazos, los sentimientos.
Por primera vez no me estaba nutriendo de una ilusión, de algo que sólo estaba en mi mente, de algo que sólo aparecía cuando dormía.
Por primera vez, lo sentía, y lo más extraño...es que quería.

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