jueves, 26 de junio de 2014

Ya no es nuestro tiempo.

Ushak provisional, a día 27 de Junio de 2014. 4:56 horas. 

No voy a decir nada que no haya dicho con antelación, pero son casi las 5 de la mañana y mi mayor y mejor entretenimiento es soltar esto al folio.
Debería empezar por el principio, por la ilusión, por las ganas que había y como la brisa se llevó todos los motivos que tenía para quedarme a tu lado.
No fue un mes, no fueron dos, ni siquiera doce, fueron años a tu lado. Años que no considero desperdiciados, créeme. Pero todo esto lo sabes, ¿no?
Recuerdo a la perfección como llegaste, como despertaste algo en mi interior, como jodiste todos mis planes, bueno, no los jodiste pero es una forma de hablar. Tu presencia alteró el orden establecido de mi vida, y a partir de ahí comenzó el caos interior, comenzó el frenético frenesí. (Válgase la redundancia)
Una viva llama se despertó, y juro que yo intentaba protegerla del viento con mis propias manos. Pero como en aquel conocido cuento, el lobo sopló y sopló y la llama apagó. O algo por el estilo.
Yo me aferré a la esperanza de reclamar tus besos, tus abrazos. Al deseo de despertar cada mañana y buscarte debajo de las sábanas. Pero no te perdiste ahí. Tú no estabas perdido.
Buscaba algo a lo que agarrarme, algo que me hiciese sentir que yo estaba para ti, y que no iba a irme. No, no lo entiendes, nunca tuve miedo de tu ausencia. Ni de que te marchases.
Al principio, yo no quería perderte. No quería dejarte ir. No quería nada, absolutamente nada de esto.
Al principio existía algo, algo tan fuerte e inquebrantable que se fue por imposible. Quiero decir, algo que ya no existe.
No te culpo, aunque tengas la culpa. Yo también la tengo. No podemos negar al corazón lo que dicta la razón.
Supongo que el título te hará pensar en: "¿de verdad te decepcioné? ¿con todo lo que hice por ti?"
De decepciones va el asunto.
Sí, me has decepcionado jodidamente, absolutamente, imperturbablemente, inexorablemente, fuertemente, duramente, increíblemente, indudablemente y todos esos estúpidos adverbios terminados en mente. Mente, ahí quería yo que estuvieses por cuenta propia. Lástima.
Siempre digo que no sé que fue lo que falló, ahora, tras la decepción sé cual era el problema. No, realmente siempre lo he sabido.
Tú eras tú, bueno, un tú lleno de falsas apariencias. ¿Por qué digo esto? Porque la gente cambia, pero los cambios radicales de un día para otro son falsedades. Cambiar ideales de la noche a la mañana, bueno, ¿realmente tenías tus propios ideales? Lo dudo mucho.
No intentes buscar matices entre mis líneas como tantas veces te dije que hicieses, hoy no tiene sentido porque todo lo que plasmo es lo que quiero decir.
Creo, que siempre intenté dejar todo muy claro. Nunca quise malinterpretaciones aunque al final nadie sabia nada de lo que estaba pasando.
¿Qué fuimos? Y yo qué diablos sé. Pero éramos algo, algo que era precioso, divertido, amoroso,  contagioso, tedioso, pesado, sobre explotado, algo que ya es nada. Aunque tú no quieras creerme.
Siempre quise poner puntos, pero no conseguía fijar un final porque te miraba a los ojos, a tus putos ojos que aturdían y confundían todo lo que podía pensar o sentir. Y juro que lo intentaba, poner fin a aquella perdición sin retorno. Porque no sabía que hacer ya, ni que decir, ni que sentir, porque no sentía y quería querer con todos los sentidos posible. Me faltaron sentidos qué buscar para quererte. 
Siempre creí que a la hora de escribir esto lo haría echa polvo, llorando, riendo, recordando...pero, no duele, no importa, no recuerdo...todo me da igual.
¿Qué ocurre?
¿Qué es esta indiferencia que me acecha?
Creo que las mentiras han bastado para servir de colador de emociones, y ahora estoy aquí. Apagada. Todos me lo dijeron, aunque tú no supieras nada, aunque nadie supiera que era por mi culpa al intentar ser para ti. Me apagaste. Lo hiciste. La luz se fue y llegó el tiempo del apagón. Oscuridad.
Como la ala de un cuervo que anuncia el mal presagio de las despedidas.
Yo dije: ¿Capaz o Incapaz?
Tú dijiste: Nada más importa.
Hoy yo digo que soy capaz de que nada más me importe. Empezando por ti. 
Te pediría perdón, pero no lo siento. No siento el arrepentimiento de nada. Fueron grandes tiempos. Tiempos de pensamientos.
Tiempos de evolución.
Tiempo de perdición y encuentros.
Tiempo de besos, de canciones, de sensaciones, de experiencias, de promesas a medio cumplir y a media luz.
Y hoy, hoy es cuando de veras sé que todo ha pasado. Que me salvé a tiempo, y quizá también te salvé a ti, de navegar a la deriva.
Ha sido un tiempo memorable. Pero ya no es nuestro tiempo.
Así que, desde el más fondo de este corazón que esperaba que tú consiguieras enamorarle.
Desde el interior de este corazón dormido que esperaba el beso de reanimación.
Desde lo más profundo de este corazón arrinconado que buscaba la libertad en tus brazos.
Tengo el valor de decir adiós.



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