lunes, 16 de junio de 2014

Este "adiós", no maquilla un "hasta luego."

Ahora sólo queda aire.
Ahora sólo ha vuelto el oxígeno que me faltaba. 
Ahora tengo la tranquilidad que tanto buscaba. 
Ahora he salido de ese bucle infinito, lleno sólo de recuerdos.
Ahora que no estás tú.
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Ella era fuego. 
Él era agua. 
Y como dice Sabina, el agua apaga el fuego. Justamente esa fue su historia.
Ella solía caminar despreocupada por las calles de su mente, sin tener mayor preocupación qué mirar hacia adelante.
Él quería mostrarle un mundo, crearle un mundo, un mundo irreal. Lleno de falsedades. De cosas a medio hacer o terminar, de risas perdidas en un abismo tan lejano como la Luna...
Un abismo que se sentía, aún así, tan cerca...tan cerca.
Ella era fuego, fuego puro, con corazón de hielo. Y su esperanza era conseguir una bonita combinación. Calentar el agua con el calor de sus besos, y que el agua caliente pudiese acabar con esa muralla de 
escarcha que la protegía del dolor, y del amor.

Ella soñaba, y reía, y saltaba, y quería querer...Pero no podía.
Y el soñaba, y reía, y saltaba, y quería no querer tanto...Pero decía que no podía. 

Dicen, que los polos opuestos se atraen... que los imanes se acercan a una velocidad mayor que la que se tarda en parpadear, o perderse en una mirada. Ella no creía en aquello. Pero quería creer. 

Y quería soñar, y reír, y saltar, y dejarse llevar.

Llegaron las promesas, y los retos a medio hacer. 
Se fueron los te quiero, porque ella decidió dejar a un lado las palabras vacías.

Y soñaba, y reía, y saltaba, pero decía que no sentía nada.

El vínculo, que creían sólido, se fue desgastando a base de tantos besos, de tantos abrazos, de tantos momentos, de tantas palabras marchitas. Y ya no quedaba nada. 

Y ella lo decía.
Y él no lo creía, o no lo quería creer. Y callaba. Y lloraba.
Y ella no sabía que hacer, y lloraba también. Y guardaba momentos en un álbum de fotos que existía en su memoria. 
Y siempre era un continuo "y" que no llegaba al punto.

Y nadie sabía que hacer, otra vez.
El vínculo se siguió desgastando, y la ilusión quedó pendiente de un hilo.
Ella se estaba apagando, y no podía más.
Él había tomado nuevos caminos, pero se aferraba a un pasado.
Ella sonreía al conseguir sus objetivos.
Él prometía seguir con todo lo que guardaba, y no poner fin a la historia incompleta.
Ella reía, porque sabía que todo acabaría. Y que sería como ella había imaginado en su mente.
Él incumplió promesas.
Ella incumplió una promesa.
Los dos incumplieron los pactos.
Pero cuando el vínculo calló, y la desnudez quedó iluminada por la luz de las estrellas. Nada más importaba. Ya nadie era capaz de decir más nada, porque no había nada más que decir.

Y por las arrugas de su voz, se filtró la desolación de saber que esos eran los últimos versos que escribían juntos. Y los dos sabían, que sobraban los motivos. 





"No acuses a mi corazón, tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo."

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