martes, 18 de septiembre de 2012

"Y cada vez que alzaba la cabeza al techo, una mirada fría y distante le atravesaba el alma..."

Allí estaba ella, sumergida en aquella tortura diaria a la que se veía sometida, desgarradora, quemandose poco a poco por dentro con cada lágrima que era derramada en vano.
Las manos sudorosas, el pelo alborotado y el maquillaje hecho un desastre, pero ¿qué diablos le importaba a ella ahora la belleza?
Se sentía patética, rebajandose cada vez más, cayendo cada vez más en lo que un día prometió no volver a recaer. Inmóvil, en el suelo de aquellas cuatro paredes, con cientos de papeles arrojados por aquel infierno, todos diciendo lo mismo, todos expresados de diferentes forma.
Perdiendo la cuenta de las noches que llevaba en vela por culpa de aquello, hundiendo su rostro en sus temblorosas piernas, encogida, gritando en silencio, queriendo salir de ese pozo, buscando el fondo para intentar impulsarse al exterior. Pensando en todo lo que fue y todo lo que será de ella, hundida, destrozada en mil pedazos, sin ninguna ganas de nada, solo de fundirse con la música y que su presencia no se note.

                          "Si la vida más triste aún la vistes, pon color a esos ojos tristes"

No hay comentarios:

Publicar un comentario