lunes, 20 de mayo de 2013

Live your life.

A día de hoy, no sé realmente quién es el culpable, ¿tú? ¿yo? ¿o quizá lo somos los dos?
No sé si eres tú el que se está alejando o soy yo la que cree conveniente hacerlo.
Creo, que cuando llega una persona a tu vida creando huracanes, originando terremotos allá donde pisa, y haciendo que rayos rompan tus esquemas es díficil dejarla ir, apartarla de ti.
Pero dicen que después de la tormenta llega la calma y puede que mañana, cuando el primer rayo entre tímidamente por mi ventana, el cielo esté despejado, el mar en calma y tú y yo distanciados.
No sé que es, no sé si quiero saberlo, quizá sé trata de esa batalla que un ángel y un demonio han comenzado sobre mis hombros, haciéndome llevar una carga tan pesada.
Alguien susurra: "Quédate"
Alguien grita: "¡Vete!"
Y yo me pierdo, me pierdo entre voces internas que me hacen girar en una espiral, sin saber elegir la puerta correcta.
Quizá es hora de irme, de dejarte al fin vivir tu vida, pero no puedo.
Eres como el polo opuesto de un imán, me atraes.
Hay algo en ti que me hipnotiza, que me hace beber de tus labios y ser presa de tus brazos.
Quizá es esa mirada tuya que, a veces, siento que me observa en la oscuridad de la noche.
Quizá son esas veces que me giro y te veo esbozando una sonrisa, dedicada a mi.
Quizá es tu risa, tu olor.
O quizá es que a mi vida aún no ha llegado una persona con la que establecer un nuevo lazo, y por eso me siento atada a ti.
Pese a todo sé, que sólo hace falta un chasquido para teletransportarme, que es fácil desaparecer de tu vida, basta un corte, un sencillo y limpio corte para que se cumpla nuestra sentencia de muerte, para que al fin puedas seguir tu camino.
Pero, cuando estoy preparada, empuñando unas tijeras argentadas que llevan escrito a fuego la palabra "FIN", llegas tú y me suplicas que no lo haga, que por nada del mundo quieres ser un recuerdo muerto.
Y de nuevo, como delicadas hojas caídas de un cerezo, llegan flotando desde el horizonte mis amigas las dudas, y me rodean, me aprisionan, logran ponerme contra la espada y la pared, atarme la soga al cuello.
¡Haces que enloqueza! Tú y tu simpleza, tu simpleza y tu que un día lograrán volverme loca.
Haces que me cuestione tantas cosas...
Un día llegas con ganas de mi, y yo con ganas de ti y sucumbimos al deseo, ¡cómo tantas veces hemos caído!
Pero bien sabe mi alma que, mañana cuando despierte todo volverá a la normalidad, tú y yo, yo y tú, volveremos a ser dos simples amigos, dos corazones alocados que ya no laten al unísono.
Quizá eso es lo especial.
Quizá eso es lo que me atrae.
¿Eres tú? ¿Es la situación?
Quizá me siento presa porque mañana serás tú, sólo tú, y seré yo, sólo yo, pero no importan cuantas cosas hayan sucedido el día anterior, en el siguiente amanecer el nosotros desaparecerá del aire.

         
                   La fragancia que se llevó todos los porqués.

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