domingo, 27 de abril de 2014

Quisimos ser tanto, que la nada llegó antes de tiempo.

Una vez dije que las palabras son mi mejor arma, palabras que hieren y me matan.
Creíamos tener el mundo en la palma de la mano.
Creíamos derretir la cumbre de la montaña helada más alta con el fuego de la pasión.
Creíamos en un cuento sin final y vivir en una película francesa de esas de locos enamorados.
Caminábamos sin juicio y sin rumbo cogidos de la mano, juntos, sin prejuicios y soñábamos en un abrazo eterno.
Creíamos vivir en una realidad más hermosa que cualquier verso de Sabina.
Saltamos las dudas entre suspiros y hacíamos explotar las penas con la melodía de nuestras risas.
Gritábamos hasta explotar todos los recuerdos del pasado, y el tiempo para nosotros no era más que unas agujas de fondo dando vueltas al reloj.
Yo hacía sangrar con mil poemas de amor incondicional y en tus ojos brillaba una correspondencia más allá de todo sentimiento. No sabíamos poner punto aparte y todo lo hacíamos seguido.
Vivíamos en otro mundo, o eso creíamos, ajenos a todo nuestro alrededor. Un mundo donde el mejor desayuno era el aire que nos faltó la noche anterior. Para nosotros no existía la palabra "adiós", pero la obra de teatro terminó.
Y lo peor de todo es que a nosotros no nos quedará París.

No hay comentarios:

Publicar un comentario