sábado, 7 de febrero de 2015

7 de febrero.

Suena Leiva, y me recuerda a las flores que tenía aquel balcón durante nuestra noche.
Pienso en aquel día en el que sentí lo que nunca antes había sentido, lo que creía que no sentía.
No lo entendí.
No entendí nada de lo que había pasado cuando aún no había ocurrido nada.
Ni siquiera ahora que te escribo entiendo qué coño estoy diciendo.
Creo que estoy cayendo, que vivo muerta desde que llegó el frío y que la sangre me hiela.
No sé qué será de mí, como voy a seguir ahora que no es primavera eterna en tus ojos, ahora que no puedo mirarte de reojo mientras miras al frente y los kilómetros se acercan.
Ahora no vivo con el miedo de dejar de sentirte, de dejar de poder verte de frente, ahora vivo con el temor constante de volver a verte, de que sientas que yo no he dejado de sentir todo lo que te confesé aquella noche de Agosto cuando el colchón de nuestra cama vencía bajo nuestro peso.
Habrás notado que cuando se trata de ti, nosotros se convierte en el pronombre perfecto.
Te quiero, aunque quizá mienta si lo digo, aunque quizá no sepa lo que quiero. Quiero que tú no estés en ello, porque volver a verte sería resucitar para volver a morir en el preciso instante en el que decidas volver a alejarte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario