sábado, 24 de enero de 2015

Los muelles de mi cama.

Yo, que dibujé mi corazón a mano alzada mientras tú trazabas cicatrices por mi cuerpo.
Yo, que me perdí en un recuerdo con sabor a tus labios, que vivo del engaño de pensar que volveré a verte.
Yo, que frené hace poco en una gasolinera para repostar el depósito de las dudas, que me siento desnuda cuando cae la noche y resuena en los muelles de mi cama el reproche de haberte dejado marchar.
Yo, que no sé si tuve la oportunidad de comenzar a luchar por volver a tener el olor de tu colonia impregnado en el cuello de mi camisa, que fui presa de la prisa y ahora me consumo en una jaula de cristal.
Yo, que me dejé marchitar por un fuego que no fue el de tu cuerpo y me lamento por ello. Que sueño cada noche despierta con tu puta sonrisa y antes de dormir escucho tu voz en mi mente que me recuerda que aunque te hayas ido, permaneces.
Tengo una cama en 4x4: para soñarte, para extrañarte, para pensarte, para quererte y todas esas cosas que tienen que ver con aquel Agosto.
Yo, que me muero por volver a verte pronunciar mi nombre mientras se te llena la boca de primavera, y me dices que me has echado de menos.
No sé si ahora decir todo esto sobra, si está de más, si es mejor que te deje marchar hasta de mi pensamiento...
Pero sé que si algo es cierto es que está cayendo la noche y por suerte o por desgracia, estas no son las últimas líneas que te escribo porque desde que te has ido, me siento cautivada por la poesía que me inspira el dolor que me produce tu risa.
Que es una gran putada empezar el año sin que me digas que lo quieres pasar conmigo, pero peor sería la putada de lanzarte hacia el olvido.
Así que, si tengo que apostar doble o nada, me quedo contigo tres veces.

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