jueves, 16 de julio de 2015

¿Bailamos?

A veces el tiempo es el mejor bailarín de este baile enmascarado que llaman mundo. 
Un mundo repleto de vidas, de obras de las que yo, a veces no me siento protagonista.
Pero bailo, bailo y río, río y bailo. Voy danzando de mano en mano.
Hasta que me topo de bruces con él. Tiempo.
Tiempo que no perdona, que daña, que abandona, que aprisiona, que mete prisa.
Me pierdo en sus ojos color nostalgia para abandonarme a los momentos que forman parte de mi carga por decir "mañana será otro día", tiempo, tiempo que acorta vidas.
Le miro la boca, tiene unos labios que me miran, que me miran como si el "mañana será otro día" fuese una manera de decir "haz hoy aquello que si hicieses mañana te arrepentirías." 
Y yo le miro, le miro las mejillas y me doy cuenta de que el tiempo también las tiene manchadas de agua con sal. 
Y le miro la nariz, y me viene olor a pasado. Olor a luces, a fuegos artificiales, a café del día anterior, a arena, a manos que se entrelazan, a sonrisas que se apagan, a carcajadas que estallan. 
Y yo vuelvo a bailar, reír, reír y bailar.
La música cesa, los invitados se han ido. Dejo de bailar, dejo de reír. 
Comienzo a pensar. Y me doy cuenta de que el Tiempo se quita la máscara, que me invita a bailar con el tic tac de mil relojes rotos. Me doy cuenta de que si cierro los ojos puedo entender su lenguaje.
"Haz hoy todo aquello que mañana no podrás hacer por las prisas, por falta de risa, por pérdida de ganas, por peticiones de otras sonrisas. Haz hoy todo lo que mañana lamentarías, porque cobra importancia. Y la importancia deja heridas, que son cicatrices, y las cicatrices forman el atrezo de los cuerpos que actúan en este teatro que es la vida." 
Y ahora sé que quien comienza a bailar puede salir herido, pero que en el baile se ríe, se llora, se vive. Y que, por eso, bailar, siempre merece la pena. 

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