miércoles, 8 de julio de 2015

Querido corazón cobarde: 

Te escribo esta carta, en cursiva, para que entiendas qué es lo que quiero, a parte de ti.

Perdona mi letra desarreglada y despeinada como yo los domingos por la mañana cuando amanecía en los brazos de alguien que la noche anterior había llevado un pronombre posesivo.
Dicen que la ortografía de alguien cuenta mucho sobre esa persona. 
Fíjate en mis sinuosas s como las curvas que curvaban más nuestros cuerpos, hasta hacer un paisaje perfecto. 
Yo nunca quise esto. No quise que intentaras darme un romance perfecto. No quise que te sacrificaras por mí, que me dedicaras todo tu tiempo. 
No quise que soñaras conmigo dormido y despierto. No quise convertirme en tu tormento.
Un día alguien me llamó tormenta, y hoy llueve fuera.
Un día alguien me llamó huracán, y hoy arraso con todo.
No quiero que finjas, quiero que me quieras sin cómo, sin cuándo, sin cuánto, sin porqué... sobre todo sin porqués. 
Quiéreme porque me quieres querer, porque quieres quererme querer.
Quiéreme porque no quieres dejar de quererme. 
Quiéreme como se quiere lo que no se sabe si se está perdiendo o ya se ha perdido.
Quiéreme siempre así: fiel, real, cercano, efímero, constante, espontáneo, rutinario...
Quiéreme como se quiere cuando no se abandona pero no se tiene. 
Hazlo como si mañana fuese hoy y como si el ayer siguiera en nuestros días.
Hazlo como si no quisieras irte, como si la huida no te llamara cada noche. 
Quiéreme como lo hiciste la primera vez, y la segunda, y la tercera. 
Quiéreme como dejaste de hacerlo la cuarta, la quinta, y la sexta.
Vuelve a quererme una séptima, que es la última vida que me queda y quiero pasarla queriéndote mientras me quieres, y te quiero, y nos queremos. Y así lo hacemos, queriendo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario