miércoles, 8 de julio de 2015

Me pasé media vida buscando algo que me llenase cada hueco del cuerpo. Algo que me produjese esa sensación que recorre de cabeza a pies, que no deja recodo sin mariposas bailarinas.
Y mientras, te ignoraba.
Probé 10 deportes distintos, algunos con pies, otros con manos, pero nunca me atreví a jugar en tu liga.
Empecé a tocar el violín, la guitarra, el piano, la flauta y la armónica, pero nunca se me ocurrió oir como sonaban tus cuerdas.
Me aficioné a la fotografía de monumentos, ciudades, cielos, montañas, pero nunca del paisaje que creaba tu sonrisa.
Luego me dio por las letras, leí  cientos de libros y disfruté de muchos autores, pero nunca se me ocurrió leer entre tus líneas.
Empecé a escribir, y nunca lo hice sobre tu espalda.
Bailé, pero nunca con tu cuerpo.
Viajé buscando esa motivación, esas ganas, Pero no fui al lugar que eras tú.
Lo hice todo sola.
Escribía sola cuando caía la noche y la Luna me alumbraba desde la ventana, me acaricié sola, reí sola, soñé sola, volé sola, creí y dejé de creer, sola. Todo sola.
Me tomé el café a media tarde los domingos sola.
Y cuando me di cuenta de que todos esos huecos estaban hechos a tu medida, ya fue demasiado tarde.
Y te quise sola, porque tú ya te habías ido.

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