jueves, 20 de agosto de 2015

Cuestión de suerte.

Hoy quiero hablar de la suerte. De la suerte, que tiene le mundo de tenerte, de la suerte que tiene el viento de acariciar tu piel, el sol de calentar tu cuerpo, el frío de hacerte estremecer.
Que suerte tiene el suelo de estar bajo tus pies, la Luna de contemplarte desde arriba. 
Que suerte tiene el agua de darte de beber, de rozar tus labios, de hidratar el cielo de tu boca, de deslizarse por el túnel perfecto que es tu garganta.
Que suerte tiene la lágrima derramada que cae desde tu mejilla para recorrer tu cuello, tu pecho y morir más allá de tu ombligo. 
Que suerte tiene el sueño de que puedas abrazarle mientras duermes.
Que suerte tiene el silencio de oír tu respiración, y la noche de que te pierdas en ella, los caminos de que sean tu recorrido, la tinta de rozar tus manos, de correrse en tus dedos, la cama de sujetar tu espalda. 
Y que suerte tengo yo de tenerte, de acariciarte, de calentarte, de estremecerte, de contemplarte, de beberte, de ser la que lame tu mejilla, tu cuello, tu pecho y  baja hasta más allá de tu ombligo. 
Que suerte tengo de derramarte, de soñarte mientras me sueñas, de acelerarte la respiración, de ser tu recorrido, de besarte hasta que se corra la tinta, de sujetarte. 
Que suerte tengo de perderte y de que tú te pierdas conmigo. 

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