miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ahora qué.

El corazón me ha dado un vuelco, está agitándose dentro de mi pecho como si quisiera buscar el camino de vuelta a casa, intentar salir huyendo de este laberinto lleno de angustia, apartarse del frío que siento.
Pienso que no hay escapatoria esta vez para mí, que de nada sirven estas ganas de huir, que la daga me ha dado de lleno en el lado izquierdo. 
Me escondo en las faldas de una chica llamada Literatura porque sus metáforas siempre fueron mi refugio más cobarde.
Escribo porque necesito poder sentir el amor que me transmite el folio, lo hago porque la soledad siempre ha sido mi mejor compañera. Escribo porque necesito mancharme las manos de tinta y saber que hay formas de llorar sin lágrimas. 
Escribo porque necesito saber que hay una parte de mí que puede huir, porque necesito tener claro que puedo romperme en mil trozos que nunca nadie será capaz de reconstruir. 
Lo hago porque necesito transmitir mensajes que a veces ni yo me paro a leer. 

Hoy mi cabeza está llena de ruido e intento ahuyentar tanto pensamiento negativo con golpes de pedales y acordes de guitarra. Me intento sujetar a cualquier voz rasgada que me tienda una arista para colgarme de ella hasta el verano que viene. 
Una misma pregunta cruza mi mente tres veces por segundo: ¿Y ahora qué? 

¿Qué es lo que viene después de todo esto?
¿Qué es lo que viene si siento que tú ya nunca vienes? 
Siento que te has llevado un trozo de mí con tu ausencia indirecta, con el inoportuno adiós que se pronuncia en lo que se tarda en decir "que te vaya bien." 

Siento que hay algo que se ha desprendido de imprevisto, se ha liberado, se ha soltado de las cadenas y ahora ya no vaga por ninguna jaula de cristal. Creo que se trata de este monstruo que se manifiesta en forma de latidos dentro de mi cuerpo. Quiere regresar, apoyarse en tus manos para continuar, hacerte su bastón en este camino de piedras, convertirte en su acompañante en este estúpido baile de máscaras.

Tiemblo. 
Tiemblo porque lo que siento me aterra. 
Tiemblo porque no siento. 
Porque no encuentro el camino de vuelta a aquella estación donde te di el último beso.
Tiemblo porque temo mirar hacia delante y no encontrarte. 
Tiemblo porque tengo miedo de tener ganas de llorar y no tenerte para consolarme. Para secarme mis inexistentes lágrimas y decirme que todo irá bien. 

Y es que, ahora qué.

Ahora que te marchas quién me abrazará cuando haga falta, quien me acunará en sus noches y compartirá sus días con mis reproches, quién se va a quedar hasta que pase el Otoño, quién me va a ayudar a que este órgano vital maltrecho no termine por quedarse inerte en el paso de la vida y la muerte. 

¿Qué es lo que toca ahora? ¿Toca decirte adiós con las palabras atornilladas en la garganta y los puños llenos de ganas de huir? 
¿Toca abandonar todos esos versos y besos que has hecho estallar en mi pecho? 

Hoy hace frío a 30 grados. 
Se cuela el viento por mis costillas hasta quedarse atrapado dentro.
Hoy estoy llena de escarcha y sólo me pregunto:


Ahora qué.
Ahora quién. 



https://www.youtube.com/watch?v=cz-oWH05kKA



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