miércoles, 2 de septiembre de 2015

Querido Septiembre:

Es Septiembre, nuevamente Septiembre. 

Has vuelto, esta vez has llegado cuando más te necesitaba. Llevo más de medio mes parada a tus puertas esperando que este Agosto tan poco angosto de disgustos llegara a su fin. 
Pero de pronto, has vuelto creando tempestades donde poco a poco había vuelto a edificar la calma. 
Has llegado agitando mares que ya creía secos. 

Te escribo en la madrugada del 1 al 2 de Septiembre porque necesitaba esta noche como agua en el desierto.
Llegas otra vez coronando con una Luna anaranjada el cielo como si fuera tu regalo para hacernos ver a los mortales que siempre estás vivo. 
Para mí eres el principio de año y los inicios de algo siempre llegan llenos de cambios. Esta vez más que nunca, esta vez llegas dándome un trozo de nueva vida.

Hoy reinaría el calor sobre el frío, pero es Septiembre, y no lo tengo claro.

Hoy ha amanecido el día con un gélido viento que se colaba por todas las cicatrices que quizá no han cicatrizado del todo, has llenado de escarcha todas esas pequeñas heridas que se hacen al intentar restaurar un corazón roto, todos esos pequeños cortes que te aparecen por intentar arreglar tus propios destrozos. 

Se me han llenado las aristas de ganas de salir corriendo, pero es Septiembre y tengo que hacerle frente a estas inmensas ganas de huir. 


Sí. Ha llegado Septiembre, eso todo el mundo lo sabe. Pero somos pocos los que marcamos objetivos, echamos 365 días más al baúl de recuerdo y nos colgamos más vacío de la espalda. 

"La vida cuanto más vacía, pesa más."

Estoy serpenteando cerca de tu boca, con miedo a desembocar en un beso que me termine dejando sin aliento, que me deje más inerte y que no pueda ni moverme.
Estoy trepando por tus cabellos, intentando no enredarme en ningún inoportuno laberinto que me ate aún más las cuerdas que aferran mi locura.
Contigo se pierde la noción del tiempo, y cuento los días por latidos.
Duras lo que se tarda en dar un pestañeo, la milésima de segundo en la que aprieto los puños esperando que no te me escapes.
Duras lo que tarda mi folio en blanco de llenarse de borrones pero nunca nuevas cuentas.

Y de pronto, flash, me hallo a tus puertas.
Se repite la misma historia, déjà vu perpetuo por cada paso dado, olor a caramelo, algodón de azúcar, perrito piloto, gritos de alegría, llantos de tristeza, globos que se escapan, gritos que parecen susurros y susurros que terminan siendo gritos, albero, tierra mojada, sonido de cascos, abanicos, paz, tranquilidad, soledad. Has llegado. 
Ya viene. Ya empieza el cambio...
Bush. Bush. Bush. 
Paloma mensajera con mensaje incluido:  
"He vuelto a casa."

Hoy sólo habría ruido, porque es un día gris, pero también es Septiembre y se escucha el eco de su pecho. 

Vienes creando naufragios con dedos de acuarela, lanzando salvavidas con bailes de pestañas, invitando a tomar café con sonrisas de bienvenida. Vienes, por supuesto que vienes. 

Ahora empieza.
Sonríes y yo caigo. Estoy en ti. Soy un presa, tu marinera, me dejo llevar. 

Y otro año más sabe a café, café demasiado dulce. 
Y huele a incienso, incienso demasiado suave. 
Y se siente como si no doliese, no se siente. 

Con tu regreso vuelven heridas de un pasado que parece que fue pisado por la multitud de gente, calcinados por las flores de fuego que estallaron en el cielo junto al recuerdo de tus besos, pero no, no se desvanecieron. Vuelven para acariciarme, para recordarme los errores que no debo cometer, regresan, te vuelvo a ver.

Y nuevamente, estoy perdida. 

Hoy reinaría el calor sobre el frío, pero es Septiembre y tirito. 

Las mariposas se agitan en mi interior, se clavan entre costilla y costilla dejando su esencia por todo mi ser, y me convierto en hada con alas para huir.
Huir lejos de este lado izquierdo.
Pero es Septiembre, y permanezco.


La función está apunto de comenzar, pasen y vean, el vagón está apunto de despegar destino aquella estrella fugitiva. No la dejaré escapar, porque es Septiembre y él golpea de frente. 

Que por mucho que tenga que apretar los dientes, levanto la cabeza y soy fuerte, porque eres Septiembre y me atrevo a seguir queriéndote. 





Eres el inicio de un pentagrama, eres toda la música que le pongo a mis letras, eres mi mano derecha en la guerra más bonita conmigo, eres mi asilo favorito, eres tú, ruptura y estabilidad, caricia y puñal. 
Eres tú, tren de nuevas oportunidades.

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