domingo, 17 de agosto de 2014

Resurrección.

Ha caído la noche y tu ausencia también se ha dejado caer sobre mi cabeza como un jarro de agua fría.
Han caído un par de lágrimas y se ha inundado mi alma.
Y aún sigo aquí abandonada y pérdida con un corazón igual de maltrecho que el de Sabina.
Y tú también sigues aquí, siendo ese clavo ardiendo y oxidado al que me aferro en cada despertar, cuando te busco entre las sábanas y sé que no estás.
Las hojas del calendario siguen rulando por las esquinas de aquel el bar, sin sentido, sin orden, sin esperar ningún tren. 
Y yo ardiendo, prendiendo fuego a cada Abril, deseando que estuvieses aquí. 
Que ya son demasiadas primaveras anhelando tu recuerdo, mirándome en un espejo esperando ver tu reflejo, como aquel día. Como todos aquellos días.
Porque han sido tus ojos color café, culpables de mi insomnio, de mis caídas, mis dudas, mis alegrías y mis penas. 
Porque ha sido tu boca el pozo sin fondo, donde explotaba mi corazón en forma de un clavel de sangre, destintándome por ti. Estallando en forma de versos.
Porque han sido tus manos, con dedos de pianista, las causantes del sol agudo que da comienzo a esta soledad.
Porque han sido tus pecas, los granos de arena que se colaban por los huecos de mi cuerpo, buscando el poco amor que queda por estas venas.
Que es mi almohada la que se ha tragado toda esta agua salada, y le pongo una funda hecha de mentiras para no observar toda la mierda que tengo encima.Por tu culpa.
Que ninguna ducha limpia lo suficiente, si no la comparto contigo.
Me siento observada, apuñalada, muerta, asesinada, anestesiada, mareada, traicionada por tu oreja izquierda, donde todos mis susurros iban a parar, cada noche.
Me he dado cuenta que mi nariz ya está demasiado larga de autoengañarme a mí misma.
Y por decir, te digo que no estoy mejor sin ti. 
Y por jurar, te juro que cada estrella tiene una pizca de azúcar que se escapa de mi vías, sin la dulzura que tenían las tuyas.
Y por prometer, prometo que no te olvidé, que no te olvido y que no te olvidaré.
Aunque tú ya te hayas ido y sea tu sonrisa...la curva en la que yo me maté.



Tú, que siempre me dijiste que terminarías matándome de amor.
Y yo que no te creía porque no era consciente de todo el dolor.
Pero te juro que tú, me hiciste creer en la resurrección.


No hay comentarios:

Publicar un comentario