domingo, 31 de agosto de 2014

Un recuerdo más.

Hoy he vuelto a recorrer kilómetros de nostalgia...
Y me he dado cuenta de que lo de "querer es poder", es sólo un mito, porque hay veces que se quiere tanto que no se puede. Que no se puede aguantar, digo.
Hoy he sentido desquebrajarse hasta el último recodo de mi corazón y se ha roto en trozos tan pequeños que no soy capaz de volver a formar el puzzle, no sin que alguien me eche una mano. Y el problema es, que las manos no saben atravesar paredes y mucho menos si éstas son de hierro, pues lo mismo pasa con esta coraza que me protege.
He querido salir a caminar hasta perderme y volver a encontrarme en aquella mirada color primavera donde me caí aquella noche de abril. Aquella jodida noche. 
Y es que quizá, sea cierto que la brisa trae las respuestas a todas las preguntas, pero en este desierto helado solo hace frío.
Es tan difícil tener el corazón lleno y la mente despierta para poder escribirte, que me dado por vencida. Y he tirado la toalla con la que sequé todas mis lágrimas hasta que no quedó ninguna.
Hoy he estado viajando al pasado hasta darme cuenta de que no estoy hecha  para convivir con tu ausencia. Y he dado un paseo por el presente para recordar que no me acostumbro a perderte.
Y que soy solo el rastro perdido, un fantasma, un reflejo, un espectro de todo lo que en vida fui. Antes de que tú, amado, acabases conmigo, con aquellos abrazos que eran mis amigos y que hoy, solo se encuentran envasados al vacío. Donde nadie, joder, nadie nunca decide ir a buscarlos, porque dicen que cuando sabes el lugar de algo, lo pasas por alto. Y nunca, joder, nunca nadie logra encontrarlos.

Hoy, mi mente está ardiente de ganas de volver a ese pasado que quema por dentro.

Pero quizá, mañana, entre  la escarcha helada todo esto se esfume, y al final, me quede, nuevamente con las ganas, las ganas de querer que todo esto fuese la realidad irreal que asalta mi habitación de madrugada.
Las ganas de querer que todo esto no fuese solo seguir el cauce de un río que al final irá a parar al mar.
Las ganas de que toda esta soledad, concentrada en una taza de café, decida marcharse por donde vino volando o a píe. Pero que se marche.

Y es que ojalá, ojalá, hoy pudiese darle marcha atrás al calendario o comenzar a romper hoja por hoja todos los meses, para intentar engañar al tiempo. 
Y que el plan, no se quedase sólo en un recuerdo. 
En un recuerdo más...




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