Cupido ha cogido la manía de disparar sus flechas hacia mis piernas, para que no pueda caminar.
Y me he quedado anclada en este laberinto con salida hacia tu pelo.
Me he paralizado en el río que desemboca en tus ojos.
He muerto en la tumba que crea tu sonrisa.
Y no me encuentro.
Tengo una pistola cargada en la mano derecha apuntando a mi cabeza, y sólo me queda una bala con la palabra "huida" grabada.
La ausencia me está tentando a apretar el gatillo y mis manos sólo saben decir adiós sin mover ni un sólo dedo.
Tengo sobre mí un hacha colgado y yo soy mi propio verdugo.
La cuerda está tirante en mi cuello y me da miedo saltar al vacío.
Dicen que el precipicio debe tener un final, estoy temiendo llegar.
Y que curioso que cuanto más alto vuelo, más miedo le cojo a volar, caer y no saber hacer aterrizajes de emergencia sobre aquel lunar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario