Llega el verano, con ella el calor y la gente se tira a la
piscina.
Sospecho que esta es una metáfora perfecta para explicarte,
a ti, que estás leyendo, que yo no piso la piscina en todo el verano. Ni en
todo el año.
Porque si no lo hago es por miedo. Tanto miedo que descarto
la idea por imposible.
Cuando estoy en el borde, después de andar todo un camino,
decido no lanzarme. Por si me ahogo, por si las moscas.
Porque tengo tanto miedo, que duele. Duele tanto, que ya no
duele. Y al final me ahogo en una piscina vacía.
Sospecho, que quizá lo que me falta es un empujón a
traición, porque así aprendí a nadar como puedo. Gracias a un empujón por la
espalda.
Y sospecho, que también me falta un salvavidas. Y quizá, mi
salvavidas puedas ser tú para cuando esté hundida, hacerme salir a flote.
También por la espalda y a traición.
Así que date cuenta, allí donde estés, como seas y cuando
seas y vengas: que me faltas tú para tirarme a la piscina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario