lunes, 21 de julio de 2014

Él.

Hoy me atrevo a hablar de él.
Él es ese tipo de persona, que sea el momento que sea, te hace sentir especial. 
Especialmente bien, digo. 
Me miraba y me decía "vamos", yo le preguntaba que adónde y su respuesta siempre era "a cualquier lugar, pero juntos."
Y es que, joder, es cierto. Os aseguro que si tuviera que viajar lo haría conduciendo por cada una de sus curvas, navegando por el mar de sus dudas o volando por el cielo de su boca. 
Con él, era imposible no reír porque si me veía más seria de la cuenta, intentaba asesinarme a cosquillas para terminar matándome con un beso, así, con los labios impregnados de un te quiero.  
Había veces, que yo sentía que mi cuerpo era un frasco demasiado pequeño para guardar tanto amor, y quería huir...por temor a la autodestrucción.
Pero él, cuando me veía atemorizada y con los ojos cerrados, besaba mis párpados, me apretaba las manos y me decía "estoy aquí, pequeña, y que le den al miedo."
Entonces, mis piernas, temblorosas, se aferran un poco más al mundo, a mi mundo, es decir a él. 
Su boca, joder, su boca era el chantaje perfecto para hacer que me quedara. Y aún lo hago.
Le conocí en verano, pero fue mi amor de invierno por eso de que, a veces, el invierno se hace eterno y yo, tenía un amor eterno entre los brazos que multiplicaba mi existencia hasta hacerla también eterna.
Y os juro, que toda la primavera parecía estar concentrada en sus ojos aunque eran color otoño.
No sé si se logra entender lo que intento decir pero es que yo le quiero durante las cinco estaciones del año,y digo cinco porque la quinta, es su pecho, donde yo voy a parar cada noche. 
Los lunares de su piel, son las estrellas de mi universo. Así que, imaginad, la de madrugadas en vela que he pasado tejiendo constelaciones por su cuerpo, con hilos de ternura. 
Él estaba roto, tan roto como un espejo de esos que se dejan caer y al torpe o la torpe le caen 7 años de mala suerte, y yo amo cada uno de esos pedacitos desperdigados por el suelo. De manera que me gustaba abrazarle, mirar nuestro reflejo por partes y que nos pillaran los del otro mundo así, con las manos en la masa. 
Un día me dijo que yo había conseguido unir sus trozos con la miel de mis labios pero que quedan cicatrices o cicatristes, como él acostumbra a llamarlas. 
Entonces, desde aquel preciso momento decidí que quería dedicar el resto de mi vida con él a besarle cada una de aquellas feas marcas que deformaban el punto vital, vamos, lo que viene siendo su corazón. 
Y es que, hasta la Luna envidia su sonrisa porque ella es amante del Sol y él siempre brilla un poco menos cuando está presente. 
Cuando yo sufría de insomnio, en lugar de contar ovejas, contaba sus pecas. Hasta que me quedaba dormida sonriendo. 
Sospecho, que nunca nadie ha entendido nuestra historia por eso de que está escrita en código bi-amario. 
No sé si os habréis percatado de que altero el tiempo actual con lo que sería nuestro pretérito perfecto.
Pero eso, sí tiene su explicación. 
Y es que él es pasado cuando me despierto. 
Y presente cuando duermo. 
Porque él, sólo es real en mis sueños y aún así... le quiero. Joder, le quiero.


Podéis escuchar este texto en mi voz aquí: http://youtu.be/G0nA7BwM5bE




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