martes, 15 de julio de 2014

Me sigue gustando como hieres, y como dejas de querer.

Te juro que hasta el Retiro
ha notado tu ausencia, 
y que doy pasos con cautela
por si me corto con uno de los pedazos 
de tu corazón tan roto,
así como el mío.

Tan roto,
tan
sumamente
roto 
que 
ni 
los 
besos
los 
juntan.

Cuando  no te conocí, 
y te vi caminando por Madrid
solo pensé en que te quería como mi vela
¡y viento en popa!

Menuda loca, creyendo que serías barco y viento. 
Nos hundimos así, a pelo. 
Sin salvavidas y con todas las penas. 

El alcohol de tus labios abría mis heridas 
cuando aclamaba tu nombre y la realidad golpeaba, 
no sé si me explico. 
Sabes eso de que extraño tus besos
o tus versos, que dañan de la misma forma.
Claro que lo sabes. Hieres.

Y supongo, que es cierto lo que dice Sabina,
que el amor cuando mata nunca muere,
pero te digo yo que duele.
Y aquí sigo, con tu espina 
en una lucha continua entre la razón y el corazón.
Duele.

Y me pregunto, si en algún momento has pensando en mí, con ella.
Porque yo no dejo de pensar en ti, con quién sea. 

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